San
Juan de la Cruz
mi-RE.mi/la-mi-RE-mi/
SOL-mi/la-RE-mi/
SOL-mi-RE-mi
mi Re mi
¿Adónde
te escondiste,
la mi Re mi
Amada,
y me dejaste con gemido?
Sol mi
Como
el ciervo huiste,
la Re mi
habiéndome
herido
Sol mi Re
mi
salí
tras ti clamando, y eras ido.
Buscando
mis amores
iré
por esos montes y riberas,
ni
cogeré las flores,
ni
temeré las fieras
y
pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh
bosques y espesuras
plantadas
por la mano del Amado!
¡Oh
prado de verduras,
de
flores esmaltado!,
decid
si por vosotros ha pasado.
¡Oh
cristalina fuente,
si
en esos tus semblantes plateados
formases
de repente
los
ojos deseados
que
tengo en mis entrañas dibujados!
Mi
Amado: la montañas,
los
valles solitarios nemorosos,
las
ínsulas extrañas,
los
ríos sonorosos,
el
silvo de los aires amorosos.
La
noche sosegada
en
par de los levantes de la aurora,
la
música callada,
la
soledad sonora,
la
cena que recrea y enamora.
Gocémonos,
Amado,
y
vámonos a ver en tu hermosura
al
monte y al collado,
do
mana el agua pura;
entremos
más adentro en la espesura.
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